había tomado dos rosas
iba entre blancos grises de cielo
y el viento agitando a la tierra
y al perfume
de las rosas que subía por mis piernas
y coronaba el cabello de los que sueñan perfumes
me detuve
porque había que detenerse para continuar
y respiré
y mi mano olía a rosas
y mi brazo olía a rosas
no quise mirar pero (fue inevitable) miré y de pronto todo fue una rosa
esa mano que solía estar atada a mi brazo
y mi brazo
y mi piel amarrilla de perfumes que se fue caminando por las espinas
1 comentario:
Me encanta la fuerza sensorial que tiene el poema. Casi un instánte de revelación mística donde las distintos sentidos se confunden y se intercambian.
Publicar un comentario