jueves, 27 de octubre de 2011

Inventario I

había tomado dos rosas
iba entre blancos grises de cielo
y el viento agitando a la tierra
y al perfume
de las rosas que subía por mis piernas

y coronaba el cabello de los que sueñan perfumes

me detuve
porque había que detenerse para continuar

y respiré
y mi mano olía a rosas
y mi brazo olía a rosas

no quise mirar pero (fue inevitable) miré y de pronto todo fue una rosa

esa mano ­que solía estar atada a mi brazo  

y mi brazo

y mi piel amarrilla de perfumes que se fue caminando por las espinas

1 comentario:

El poeta invisible dijo...

Me encanta la fuerza sensorial que tiene el poema. Casi un instánte de revelación mística donde las distintos sentidos se confunden y se intercambian.

Quie busca lo que non pierde,
lo que tien´deve perder.



Arcipestre de Hita.

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